Bienvenidos a un nuevo post de Inversor Jedi, en esta ocasión vamos a intentar dar respuesta a una pregunta que se hace mucha gente ¿Por qué nos cuesta tanto ahorrar? La dificultad de ahorrar es problema muy común (por no decir el más común) cuando hablamos de finanzas personales, y que supone un gran obstáculo para todas las personas que quieren mejorar su situación económica.
¿Por qué nos cuesta tanto ahorrar?
La verdad es que no existe una respuesta única y categórica a esta pregunta. Al ser humano, simplemente, no le gusta ahorrar. No es algo que sepamos hacer de forma instintiva.
Por el contrario, hay que aprender a ahorrar. No es algo innato, hay que practicarlo hasta la saciedad hasta que se convierta en un hábito que tengamos interiorizado casi de forma automática.
Cuanto más practiquemos y más lo intentemos más fácil nos resultará ahorrar y mejor lo haremos.
Sin embargo, después de un tiempo meditando sobre este problema, me voy a tomar la libertad de daros mi opinión personal al respecto. Como veréis a continuación, la dificultad de ahorrar se debe, según yo lo veo, a la unión de diversos factores/condicionamientos.
Vaya por delante, que no soy científico ni psicólogo ni nada por el estilo, por lo que mis comentarios deben tomarse como eso, simples reflexiones personales sobre el tema.
Explicación evolutiva – “Mi teoría” sobre la recompensa inmediata
El primer motivo que yo creo que influye, y mucho, en que nos cueste tanto ahorrar es que desde un punto de vista evolutivo la mente del ser humano no está diseñada para ahorrar.
El ser humano es el resultado de millones de años de evolución, que han quedado marcado en nuestros genes de forma indeleble. Durante la mayor parte de nuestro tiempo en la tierra, el ser humano (y sus predecesores de la familia de los homínidos) han vivido y han evolucionado en un ambiente muy agresivo. Donde la planificación del futuro era una práctica poco importante por el simple hecho de que los azares de la vida en aquellas épocas eran totalmente impredecibles.
El ser humano ancestral se veía rodeado de toda una serie de peligros y dificultades que hicieron que su cerebro diera mucha mas importancia a cualquier cosa que nos diera una satisfacción inmediata.
Cuando alguien tiene que “salir a cazar” la comida de cada día, es lógico pensar que considere totalmente razonable comer todo lo que ha cazado ese día. Y mañana, Dios dirá.
Ponte en su lugar, si la probabilidad de caer herido o muerto yendo a cazar todos los días es muy alta, ¿Qué incentivos tienes de guardar algo de lo que cazaste ayer?
Guardar para el mañana no tiene sentido cuando las probabilidades de que “haya un mañana” son muy reducidas.
En esas circunstancias, nuestro cerebro evolucionó de forma que nuestra conducta está totalmente sesgada a favor de aquellos comportamientos que nos dan una satisfacción inmediata.
Explicación biológica: Dichosa dopamina…
Otro de los motivos por los que nos cuesta tanto ahorrar tiene una base puramente biológica y está directamente relacionado con la explicación evolutiva que acabo de comentar más arriba.
¿Habéis oído hablar de la Dopamina? Si no sabéis lo que es, os diré que la dopamina es un neurotransmisor que activa un mecanismo cerebral que se llama circuito de recompensa. Dicho mecanismo hace que tendamos una y otra vez a repetir comportamientos y consumos que nos generan alguna sensación placentera.
En otras palabras, la dopamina viene a ser como “una droga” que genera nuestro cuerpo para que de forma impulsiva y repetitiva sigamos haciendo cosas que nos generan placer. Y, de la misma forma, rechacemos comportamientos, actividades, etc. que no nos reportan esa “sensación placentera”.
En consecuencia, si unimos nuestros sesgos cognitivos heredados de nuestros antepasados ancestrales a nuestra propia bioquímica, podemos decir que ahorrar es algo que no forma parte de nuestra naturaleza.
Ello es así porque ahorrar significa sacrificar/postergar una gratificación inmediata (comprar algo ahora) por una gratificación en un momento indeterminado en el futuro. Y, como hemos visto, para nuestro cerebro algo placentero es mucho mejor que algo no placentero. Y, además, entre algo placentero ahora o algo igual o más placentero en el futuro, ahora siempre es mejor que luego.
Ejemplo: Los niños y las chucherías
Yo, como padre de dos niñas pequeñas, soy todo un experto en todas las posibles razones que un niño pequeño puede darte para que le dejes comer tantas chucherías como quiera.
Para mis hijas, no tiene ningún sentido “guardar” algunas chucherías para mañana. Las chucherías les gustan. Siempre quieren comer chucherías. Cuantas más mejor y si se las pueden comer hoy todas mucho mejor que mañana.
No importa de qué manera intestes razonar con ellas para hacerles ver lo importante de guardar algo para mañana. Su instinto de “conservación” les dice que eso les da “placer”. Por lo tanto, cuanto más y más rápido, mejor.
Incluso si les explicas que comer tantas chucherías les puede hacer daño, su cerebro les sigue diciendo que el placer del momento inmediato es preferible aunque ello conlleve un sufrimiento del futuro (total como hemos dicho…»quién sabe si habrá futuro»).
Explicación social: El refranero español es muy sabio…. ¿o no tanto?
Otro de los motivos por los que nos cuesta tanto ahorrar tiene una base cultural. Como ya he comentado alguna vez, en nuestra sociedad, hablar de finanzas, ahorro, etc. no está bien visto.
No sólo eso, sino que es muy habitual recibir comentarios o mensajes que nos señalan como un «apestado» a todas las personas que afrontamos este tema de forma diferente. ¿Quién no ha recibido alguna comentarios del tipo?
- «Para que quieres ahorrar tanto, el cementerio está lleno de ricos».
- «Mañana Dios dirá».
- «Eso que me llevo para el cuerpo».
- «El dinero está para gastarlo».
- «Que me quiten lo bailado (o comido / bebido)».
Todo este tipo de comentarios provoca que no tengamos una «presión social» a favor del ahorro, sino todo lo contario.
Además, el ser humano es un ser social, necesita «su integración y la protección del grupo». Eso significa que, por nuestra naturaleza social, el ser humano tienda a realizar comportamientos que le faciliten su aceptación en un grupo.
Ello implica que las personas tendemos a comportarnos de forma que nuestro grupo social considera aceptable. O, también, por imitación, a comportarnos de la misma forma que lo hacen la gente de nuestro círculo social.
En consecuencia, vivir en una sociedad donde el ahorro no es considerado algo positivo y poca gente lo hace, ahorrar nos dificulta dicha integración social. Si tu círculo cercano alaba el consumismo propio de nuestra sociedad, la posibilidad de ser rechazados socialmente si no nos comportamos igual es mucho mayor.
Un ejemplo claro de esto, es todas esas ocasiones en las que compramos algo que no necesitamos «pero todo el mundo tiene». Muchas veces, nuestras decisiones de compra (y, a sensu contrario, de ahorro) se basan en ideas tales como «es que todo el mundo lo tiene». O, de forma similar, «yo no voy a ser menos que nadie». Etc.
Explicación económica: Siempre más es mejor…. (pero eso aplica solo al que vende, no al que compra).
El último factor que yo considero importante para explicar por qué nos cuesta tanto ahorrar es el propio sistema económico en el que vivimos.
El sistema capitalista de mercado se basa, en esencia, en un crecimiento económico continuo. Es decir, siempre conseguir mayores beneficios empresariales. Con empresariales me refiero a cualquier persona que vende un servicio o producto en el mercado (empresa, autónomos, etc.).
Dicho crecimiento económico puede provenir, en términos generales, por dos vías.
Por un lado, de una mayor eficiencia del productor. Es decir, de conseguir prestar el mismo servicio/vender el mismo producto a un menor coste. Obteniendo, por lo tanto, más beneficios vendiendo la misma cantidad.
Y, por otro, de vender más cantidad de producto / servicio.
Dado que las mejoras de eficiencia son más difíciles de conseguir y mantener en el corto plazo, las empresas intentan siempre aumentar sus ventas.
Y para eso existen los departamentos de marketing. Para conseguir que los consumidores, es decir tu, yo, cualquiera, compre cada vez más productos y, si puede ser, a un mayor precio.
Los departamentos de marketing conocen perfectamente los sesgos conductuales/cognitivos que he comentado anteriormente. Y, de hecho, son verdaderos expertos en generar campañas de marketing para aprovecharse de ellos y conseguir que compres sus productos aunque no los necesites.
Si queréis, os animo a leer el este post para aprender un poco más sobre ello.
¿Entonces, qué podemos hacer? ¿Está todo perdido?
Después de leer los principales factores que, en mi opinión, explican por qué nos cuesta tanto ahorrar, podríais pensar que ahorrar es directamente imposible.
Nada más lejos de la realidad.
Ahorrar es posible, simplemente tenemos que aprender y practicarlo de forma continuada. De esa forma, conseguiremos convertirlo en un habito. Y, como sabéis, todo lo que conseguimos convertir en un habito a base de aprendizaje y repetición se convierte, eventualmente, en un proceso automático.
No todos somos iguales
En primer lugar, tengo que decir que, según la ciencia, no todas las personas presentan los sesgos cognitivos/conductuales que he comentado antes de la misma forma o con la misma intensidad.
Hay personas que los experimentan de forma más acusada y otras menos. Eso es lo que se demostró con un famoso experimento llamado el «experimento del malvavisco».
Dicho estudio fue realizado por científicos de la Universidad de Stanford en los años 60 y 70 del siglo XX. Sus principales conclusiones fueron que, a pesar de nuestra predisposición a conseguir una gratificación inmediata, un cierto número de personas (el estudio se realizó con niños), eran capaces de sacrificar/postergar dicha gratificación inmediata por una gratificación mayor en un momento futuro.
Es decir, todo el mundo puede ahorrar 🙂
Eso quiere decir que todo el mundo tiene la capacidad de vencer «sus instintos» y racionalizar sus decisiones de compra & ahorro. Simplemente a unos nos costará más y a otros menos.
Si queréis saber un poco más sobre este estudio, puedes revisar este post y este otro.
Aplica las enseñanzas de un buen Jedi 🙂
Para poder adentrarte por los caminos de la Fuerza (financiera por supuesto), es necesario aplicar las enseñanzas de los Caballeros Jedi. Si quieres ahorrar, tendrás que aprender a dominar tus sesgos y a tomar decisiones más pausadas y racionales.
Supongo que habrás visto las película de STAR WARS (sino lo has hecho te lo recomiendo… pero ya :). En dichas películas, los Caballeros Jedi, demuestran constantemente la necesidad de aplicar algunos principios como la prudencia, la reflexión, el análisis interior, la lucha contra la avaricia, la codicia, etc.
Pues básicamente, quien quiera ahorrar, tendrá que aplicar los mismos principios.
Como he explicado antes, todos nos vemos sometidos a una serie de obstáculos tanto personales como sociales, que nos dificultan ahorrar. Para luchar y vencer dichos obstáculos debemos empezar a racionalizar nuestras decisiones de compra.
Eso quiere decir que tendremos que empezar a preguntarnos ¿Cómo de necesario es eso que, impulsivamente, quiero comprar? ¿Realmente lo necesito o sólo lo quiero? ¿Me va a aportar más felicidad dicha compra? ¿Puedo comprar algo distinto (y más barato) que me de la misma felicidad? ¿Cómo lo voy a pagar? ¿Necesito comprarlo ahora o puede esperar? etc.
En otras palabras, para ahorrar es necesario empezar a tomar decisiones racionales y meditadas. Huir, en la medida de lo posible, de las compras impulsivas y darnos tiempo para reflexionar sobre el gasto que queremos/tenemos que hacer y cuáles son las posibles alternativas que tenemos tanto en tiempo como en dinero.
Conclusión
Hasta aquí este nuevo post de Inversor Jedi. En esta ocasiones he hecho un repaso a los motivos que explican por qué nos cuesta tanto ahorrar.
Como vemos, los factores son diversos y poderosos (como el Lado Oscuro…), algunos internos (motivos evolutivos y biológicos) y otros externos (sociales y económicos). Pero no todo está perdido. Una vez que somos conscientes de dichos problemas, es posible aprender de ellos y abordarlos desde un punto de vista mucho más racional. Lo cual, nos ayudará a vencerlos y a avanzar por el camino del ahorro.
¿Qué pensáis vosotros? ¿Os cuesta mucho ahorrar? ¿Cuáles son los motivos que te lo impiden? No dudes en compartirlo con la comunidad dejando un comentario en la sección de comentarios de este post. Y, por supuesto, si te gusta el blog y quieres mantenerte al día de todas las novedades, no te olvides de suscribirte a nuestro newsletter.
Un saludo y ¡que la Fuerza (financiera) te acompañe!